Libro sin temor ni temblor: resumen capítulos 8 y 9

Capítulo 8: Hágase La Luz.
Este capítulo trata sobre las personas creyentes, son las personas que se creen lo que les enseñan los maestros sociales; y las pensantes, son las que a medida que han pasado los años, se van cuestionando todo lo que saben, Fiándose más de sus razonamientos que de las lecciones que han ido aprendiendo.
A veces, los pensantes podían llegar a la misma conclusión que se le había enseñado o darse cuenta que eran falsas por lo que tendrían que sustituirlas por otras ideas mejores razonadas.
En definitiva, la batalla de las ideas se libra entre creyentes y pensantes.
Durante toda la vida han existido creyentes y pensantes. En el Siglo XVIII, los pensantes dominaron el marcador; ese siglo es conocido como el Siglo de las Luces o la época de la ilustración.
A partir de ese momento muchos hombres decidieron dejar de ser intelectuales y prefirieron tener un pensamiento el cual no reconoce autoridades infalibles ni tradiciones; su divisa fue: ¡deja de creer y atrévete a saber!
La ilustración consiste en el análisis racional de los enigmas de la naturaleza y los problemas de la sociedad. Por lo que las tradiciones dejan de tener peso en la argumentación y la religión no es completamente abandonada pero sí que deberá renunciar a aspectos como los milagros y reducirse solo a la enseñanza moral.
Claramente los clérigos tampoco son bienvenidos y la intolerancia es el primer pecado social.
Durante siglos la enseñanza de los filósofos solo llegaba una pequeña parte de la sociedad, pero gracias a la llegada del siglo de las luces se tendieron las pequeñas empresas editoriales lo que favoreció que la sociedad de la clase media conociera y se interesase por unas enseñanzas ilustradas.
Se hace hincapié en Isaac Newton y en sus métodos de investigación que usó para descubrir la luz. Este con sus leyes acerca de la física y sus aportes al estudio de la naturaleza, confirmó, la teoría de Galileo Galilei tomando algunos de sus pensamientos y también aportando un poco de los suyos para señalar la forma en que funcionan.
Capítulo 9: La Revolución de las Ideas.
Al principio de este capítulo nos habla sobre el clima intelectual crítico, irreverente y rebelde fomentado por los ilustrados y la enciclopedia el cual fue determinante de la ideología de los protagonistas de la revolución francesa de 1789.
Lo que hizo que se despertara un ansia inédita de libertad política mental, de igualdad y de fraternidad popular cuya ansia la compartieron muchísimos espíritus cultos y generosos como por ejemplo Kant. También esos sucesos alarmo a otros muchos que compartía la constatación de Madame Roland cuando fue a la guillotina.
El pensador influyente fue Kant, este admiraba a Newton y aspiraba con ansias a ser como él pero en el mundo de la filosofía, el quería transformar esta ciencia en una bien fundada.
Después de Kant, aparecieron otros muchos filósofos que aún tenían ese entusiasmo de seguir los acontecimientos revolucionarios de Francia.
Según Hegel, todos los puntos de vistas son expresiones necesarias de una misma razón que se despliegan en pasos concatenados a lo largo de la historia. Su divisa es que todo lo racional es real y todo lo real es racional; ya que para él, la razón no es solo la capacidad de los individuos finitos, si no la estructura dinámica de todo lo que existe.
La forma paradójica de avanzar en el pensamiento se le llama dialéctica. Según esta la razón establece primero una tesis, después comprende objeciones que la invalida y pasa a negarla en la antítesis, para retomar una y otra en la síntesis.
El punto de partida de la dialéctica solo es el puro y vacío hecho de ser.
Antes, algunos filósofos habían sido un tanto críticos con las ideas de compañeros que han ido pasando por sus vidas. Una excepción fue Schopenhauer, el cual atacó con nulos miramientos a los tres idealistas del momento: Fichte, Schelling y más abundantemente a Hegel. Estos representantes de la filosofía prusiana son burócratas que pervierten la verdad y solo pretenden transmitir ciertas ideas en apoyo del Estado y de las instituciones.
Según Schopenhauer, nuestra voluntad es lo que determinar lo que razonamos y para evitarlo, los humanos somos capaces de percatarnos de ello mediante la compasión. Nietzsche siguió las ideologías de Schopenhauer, pero los mejores discípulos son aquellos que contradicen a sus maestros; este también contemplaba el mundo como una realidad caótica y atroz, llena de dolor y carente de piedad, sin un sentido ni una finalidad superior y armoniosa.
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